La llave de la borriquilla

1984-85. Fundición a la cera en metal y baño de plata.

La llave de la Borriquilla es sin lugar a dudas uno de los objetos más singulares y característicos de la Semana Santa de Granada. Aunque, como suele ocurrir con las grandes gestas, nació de forma sencilla. Fue el fruto de la amistad entre dos cofrades: Antonio Medina Piñar y Antonio Olivares Cano, cuando ostentaban los cargos de hermanos mayores de la Borriquilla y la Alhambra respectivamente. Así pues, la complicidad entre ambos les llevó a idear una llave que (a modo simbólico) representase la apertura y cierre de la Semana Santa y al mismo tiempo encarnase un peculiar hermanamiento entre sus corporaciones. Este ha perdurado hasta nuestros días y se escenifica mediante un acto, con acento ritual, protagonizado por el hermano mayor de la Alhambra y el de la Borriquilla, quienes en los últimos años son acompañados por las más altas autoridades del mundo religioso, civil y militar de la ciudad.

El rito al que nos referimos consiste en el intercambio de unas frases ante las puertas cerradas de San Andrés, antes del comienzo de la estación de penitencia de la primera de las cofradías de Granada, en la tarde de cada Domingo de Ramos. El mismo comienza con una serie de toques, con la llave, al portón del templo, por el hermano mayor de la Alhambra, ante los que el de la Borriquilla responde desde el interior con la pregunta: «¿Quién llama?», recibiendo la contestación de: «La Cofradía de Santa María de la Alhambra». Acto seguido se abren las puertas de la iglesia entre una salva de aplausos del público congregado. Seguidamente la llave es portada, a modo de insignia, dentro del cortejo por un nazareno de la Borriquilla, sobre un cojín de terciopelo azul con remate de cordón dorado. Este acto se repetirá el Sábado Santo a las puertas de la iglesia de la Encarnación de la Alhambra. Aunque desde la inclusión de la jornada del Domingo de Resurrección en el calendario cofrade esta ceremonia ha podido quedar desvirtuada, en la actualidad se le otorga el sentido de dar cierre a las procesiones penitenciales.

Salida del taller de Rafael Moreno. En un principio se hicieron dos llaves (una para cada hermandad), siendo la fecha oficial de la compra de estas el 3 de abril de 1985. Según nos informa Esperanza Moreno Hita, desde el punto de vista técnico: «el proceso de fabricación es fundición a la cera perdida y mi padre [Rafael Moreno, autor de la pieza] cree que eran de metal con baño de plata». Sin embargo, actualmente tan solo se conserva la de la Alhambra dado que la de la corporación del Domingo de Ramos fue substraída en un robo sufrido en su antigua casa de hermandad, sita en la calle San Isidro, número 55, en los años ochenta. El diseño de la cabeza de la llave se inspira en el escudo de la cofradía de la Alhambra. Por lo tanto está conformado por un águila bicéfala coronada por presea imperial. Sin embargo, en este caso, el elemento heráldico de la corporación del Sábado Santo se sitúa en el lado izquierdo, siendo acompañado en el derecho por el de la Borriquilla. Su vástago sigue el modelo de los fustes con anillos de las columnas nazaríes, siendo rematado por una flor de lis, con forma de granada en su pétalo central, y sus dientes están dibujados por un entramado de lazo, a modo del alicatado alhambreño.

La llave que se conserva es propiedad de la cofradía de la Alhambra y tradicionalmente la entrega a la Borriquilla días previos al Domingo de Ramos, emplazándose tal acto para este año 2019 en 8 de abril. Para concluir apuntamos que sin duda este objeto protagoniza uno de los ritos más originales de nuestra Semana Santa y hoy, cuando sobran las importaciones y escasea la creatividad e iniciativa propia, se nos presenta como un claro referente en nuestras cofradías.